La Iglesia inmatriculó la finca del Calvario tras la reforma de la Ley Hipotecaria

Texto: Fernando Sígler

La finca denominada “ermita del Calvario” de Ubrique  es uno de los 34.961 bienes inmatriculados por la Iglesia Católica en España entre 1998 y 2015, tras la reforma de la Ley Hipotecaria realizada en 1996 por el Gobierno del PP presidido por José María Aznar. La Diócesis de Asiodonia-Jerez inmatriculó esta finca sobre la base de una simple certificación eclesiástica, sin un título de propiedad u otro documento registral que sustentase esa pertenencia.
El listado de todas estas inmatriculaciones lo había remitido el 16 de febrero de 2021 el Consejo de Ministros al Congreso de los Diputados para un hipotético inicio del proceso de reclamación por parte de quienes considerasen que tienen derechos previos de propiedad.
Hay que recordar que la Ley 13/1996, de 30 de diciembre, añadió al artículo 206 del decreto de 8 de febrero de 1946 por el que se aprobó la Ley Hipotecaria un párrafo segundo que decía lo siguiente:

Mediante certificación administrativa, librada en los términos indicados en el párrafo anterior y con los demás requisitos en cada caso establecidos, podrán inscribirse la declaración de obra nueva, mejoras y división horizontal de fincas urbanas, y, siempre que no afecten a terceros, las operaciones de agrupación, división, agregación y segregación de fincas del Estado y de los demás entes públicos estatales certificantes.

Con esta modificación se abría la puerta a que la Iglesia inmatriculara bienes sobre los que no poseía títulos de propiedad u otros documentos registrales. La redacción de esta modificación introducida por el Gobierno del PP en 1996 se mantuvo en vigor hasta la aprobación de la Ley 13/2015, de 24 de junio, que supuso una modificación íntegra de este artículo y que puso fin a la posibilidad de que la Iglesia Católica inmatriculara bienes sobre la base de certificaciones expedidas por el diocesano correspondiente.

Finca del Calvario.
Finca del Calvario.

 

La finca del Calvario, en el listado de los bienes inmatriculados por la Iglesia, publicado por elDiario.es
La finca del Calvario, en el listado de los bienes inmatriculados por la Iglesia, publicado por elDiario.es

Trabajo gratuito de todo el pueblo en la fundación
La fundación del Calvario la promovió en el siglo XVIII el padre Buenaventura de Ubrique, pero su construcción, así como la del Vía Crucis, se hzo “con la ayuda de todo el pueblo, trabajando gratuitamente los vecinos, aportando materiales y recursos”, según afirma Fray Sebastián de Ubrique en su libro Histora de la villa de Ubrique[1], en el que recoge la narración del padre Nicolás de Córdoba en un manuscrito de aquella centuria[2].
Además, en el año 1801, el inmueble del Calvario fue ampliado por iniciativa y financiación de un hacendado particular, Pedro Romero (que también promovió la edificación de la ermita de San Pedro), con la construcción de un atrio cubierto “para que se resguardara la gente en caso de lluvia y de temporal”, tal como indica el propio Fray Sebastián.

“Contribuciones” de particulares
De la documentación del archivo municipal de la primera mitad del siglo XX se deduce que era el Ayuntamiento la institución que administraba todo lo relacionado con la finca del Calvario. Tras la guerra, el alcalde de la corporación franquista José Castro García requirió el 15 de mayo de 1939 a quien había sido el primer alcalde de la Segunda República como resultado de las elecciones locales celebradas el 12 de abril de 1931, José Esquivel Suárez, para que efectuara un donativo para las obras de reconstrucción del Calvario. José Esquivel, que no había tenido ninguna responsabilidads en los desperfectos causados en la víspera de la guerra, cuando ni siquiera ya ejercía el cargo de alcalde, entregó al Ayuntamiento 2.000 pesetas. El concejal Diego Reguera León le firmó el recibo justificativo de esta aportación económica. Esta cantidad la recogió posteriormente el vecino José García Parra.
Por su parte, en la misma fecha, José Castro se dirigió por carta a José Aragón Luque, quien había sido concejal en la corporación republicana que presidió José Esquivel, para que hiciera efectiva una promesa de donativo que había formulado. En realidad, a lo que se había comprometido José Aragón (que entonces residía en Jerez y que tampoco tuvo ninguna responsabilidad en los desperfectos ocasinados en la etapa anterior, en unas fechas en las que ni siquiera era edil), en una carta que envió al alcalde José Casto el 22 de mayo de 1939 fue a “contribuir en una suscripción que con carácter general se abriera entre nuestros paisanos para tal fin”. En esta misiva, José Aragón se dirigía al alcalde mostrando su deseo de “ver a los amantes de las tradiciones de su pueblo dispuestos a contribuir con buena voluntad”[3]. José Castro le pidió que le remitiera a él, como alcalde, el donativo.
En un pliego elaborado para recoger estas”contribuciones”, cuyo destinatario era el alcalde, hicieron firmar a José Esquivel y otra persona de firma ilegible un texto de suscripción en el que, con la retórica de la época, se ofrecían “al pueblo de Ubrique” para “construir a su costa el Calvario y el retablo de la Santísima Trinidad”. En este texto les hicieron firmar que lo hacían para “remediar en parte los daños causados por los que no pensaron en  los valores espirituales de nuestra patria”.
El 10 de mayo de 1940, la fábrica de muebles “Candilejo”, de Fregenal de la Sierra, facturó al contratista Salvador Rus López los materiales de ferretería necesarios para las obras (puerta principal ferrada, puerta de la sacristía, puerta de la casa del santero y pares de ventanas con tapaluces), por importe de 1.635,80 pesetas.
Una comisión había abierto una cuenta corriente en el Banco Español de Crédito para esta finalidad. Los titulares eran el auditor Francisco Bohórquez Vecina y el vecino Claudio Reguera León. La oficina de control de esta entidad bancaria en Ronda informò a estos titulares, cuyo domicilio figuraba como Camino del Calvario, del saldo de dicha cuenta corriente a 31 de diciembre de 1940: era de 800 pesetas. Seis meses después, el saldo era de 802 pesetas.
Así pues, tras constatarse que la fundación del Calvario se hizo con la aportación gratuita del pueblo de Ubrique, que una posterior reforma la financió un hacendado particular y que la restauración de posguerra la sufragaron, tras ser requeridos, quien fue el primer alcalde de la Segunda República y otro concejal de la corporación republicana, a lo que se añadió una cuenta corriente abierta por particulares, en el periodo posterior a la reforma de la Ley Hipotecaria del Gobierno del PP, la Diócesis de Asidonia-Jerez inmatriculó la finca Ermita del Calvario con una simple certificación eclesiástica.

Requerimiento a José Esquivel para que pagara 2.000 pesetas para la restauración del Calvario (Archivo Miunicipal de Ubrique).
Requerimiento a José Esquivel para que pagara 2.000 pesetas para la restauración del Calvario (Archivo Miunicipal de Ubrique).

 

Carta de José Aragón Luque al alcalde José Castro, 1939 (Archivo Municipal de Ubrique).
Carta de José Aragón Luque al alcalde José Castro, 1939 (Archivo Municipal de Ubrique).

 

Notas:
[1] Fray Sebatián de Ubrique: Histora de la villa de Ubrique Sevilla, Establecimiento Tipográfico de la Divina Pastora, 1945, pág 132.
[2] Padre Nicolás de Córdoba: Historia instrumental de la fundación del convento de capuchinos de Ubrique (manuiscrito). Sevilla, Archivo provincial de los Capuchinos de Andalucía, 1759 y ss.
[3] Archivo Histórico Municipal de Ubrique, Leg 535, correspondencia, 1939.

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