'Desengaños', artículo de opinión de José Luis López Núñez

Desengaños,
Por José Luis López Núñez
Hola, como viene siendo usualmente, hoy es un día gris y plomizo, casi espeso. El suelo está pegajoso por la húmedad y los zapatos se quedan fijados al mismo, costando avanzar en nuestro caminar. Pienso constantemente en lo que fue mi utopía. Aquella meta que parecía inalcanzable y que tuvimos al alcance de la mano. Con nuestra democracia, que nos llenó de esperanzas al lograr los sueños de libertad, bienestar, cultura y tantas metas a las que aspirábamos.
El trabajo era duro, pero no importaba y nos permitía avanzar. Creíamos firmemente que la política constituía el medio para lanzarnos al mundo y ponernos a su altura. Los avances sociales y culturales se notaban a nuestro alrededor y quiera que no, también algunos económicos que permitían que nuestros hogares disfrutaran de ciertas comodidades que nos hacían sentirnos muy orgullosos de la labor desempeñada.
Hasta que poco a poco se fue acercando la mano negra que daba facilidades a una nueva generación de individuos que tenían permiso para robarnos todas las esperanzas puestas en lo que fue el futuro: familia, trabajo, cultura, educación y un sinfín de cosas por la que los hombres y mujeres exponen su vida a los misterios de la misma para dejar que las futuras generaciones ocupen su lugar en la lucha y el mundo siga girando.

Se les dio permiso para que pudiesen entrar en nuestras casas y del modo más sibilino. Se nos engatusó para el consumo fácil e irresponsable. Se nos hizo creer que todo era posible, que el dinero lo ponían ellos. Coches, chalets, vacaciones, todo lo que podíamos permitirnos y más. Los buenos de los banqueros, amarrando nuestras vidas hasta el fin de los días con unas deudas que también heredarían nuestros hijos, los mismos que hoy no tienen futuro por muy preparados que estén.
Los nuevos profetas, los nuevos políticos que hicieron de la misma una gran farsa para medrar ejerciéndola, terminaron prostituyéndola. Ya no iba a ser el medio para servir a los pueblos siendo buenos administradores. No, esto es una vez en la vida, pensaban , y hay que aprovecharla con todo tipo de artimañas para hacerse ricos. Por culpa de ese egoísmo, por llamarlo de alguna forma, hoy estamos al borde del abismo, con cinco millones de parados, más de la mitad de pobres y el país hipotecado a expensas de los banqueros y a la espera de los desahucios diarios.
Los políticos pergeñan programas y promesas para ofrecerlas a sus militantes y al electorado, muy elaborados y supuestamente creíbles, para luego no cumplirlos como Dios manda, y claro está, con la disculpa de que las circunstancias imponen otras soluciones. Y poco a poco, los más poderosos se hacen los dueños del país y del mundo, si pueden.
Definición de política: arte de lo posible, pero también es tacto, habilidad, diplomacia, sagacidad, cortesía, urbanidad, finura, buenos modos. Es el compendio de esos ingredientes y durante mucho tiempo, así lo creímos. Los políticos de hoy en día son distintos. Sólo una excepción la concibe como nosotros. Ya nadie la practica limpiamente y lo que se predica y lo que se realiza nos son comparables en el resultado final. Entre ambos media un mundo inalcanzable. Lo que antaño fue ilusión, hoy es puro desengaño.
Las ideologías caen a pasos agigantados y además son pisoteadas como algo no válido por las nuevas y destructoras formas del capitalismo feroz. Hoy no hay ni un solo ciudadano que no tenga una quemazón que no le deje vivir en paz porque ve conforme va pasando el tiempo, como va perdiendo derechos y conquistas sociales. Lo que conquisté ayer ya no lo tengo y no sé como quedaré mañana.
Lo irónico del caso es que se nos pide comprensión, porque que las cosas cambien depende de cuantos derechos se les recorten a los de siempre, mientras la parte enriquecida y podrida apenas tributa y se les condonan las deudas como si fuese un premio por su memorable conducta. Aunque nos quieran vender la burra, sabemos cómo se llama lo que están haciendo.
Su nombre es otro. Es hartazgo, atracón, empacho, repugnancia, disgusto, tedio, fastidio, aburrimiento, cansancio, desesperación. A este berenjenal hemos llegado en la España del ahora mismo. Sentimos un cabreo interior que nos está amargando la vida y lo que es peor, no se ven las soluciones.
Dijeron : se notará al día siguiente de que asumamos el poder cuando ganemos las elecciones. Y tanto que sí. Ya lo creo. Lo notamos inmediatamente. Más paro, más recortes, más derechos perdidos, más incertidumbre y malestar y una nación inquieta y preocupada. Sí, hombre. Cómo no notarlo. Los discapacitados pierden, la educación pierde, la sanidad pierde y parece que todo está perdido.
Pero la culpa es siempre de los otros, los de antes. El esfuerzo de crear una familia y unos hijos para condenarlos al ostracismo y a la ruina, que sólo están amparados por las paupérrimas pensiones de los padres, esos que ya pensaban cumplida su misión. De nuevo vuelven a retomar esa carga que es casi imposible de sostener, muy a su pesar.
Qué pensar, Dios mío, del giro de este país por el que hemos estado luchando, dejándonos los mejores años en ello. Qué pensar, si mañana será peor o sabe Dios qué. Cuando se pierde la esperanza, las personas nos quedamos sin alma, sin horizontes y maltrechos.
Hoy, como tantos días, es una jornada gris y plomiza. Nunca fui pesimista, pero es lo que recibo en abundancia a diario. Busco y rebusco pero no encuentro. Mis plegarias se pierden en el espacio, quizás busquen otras voces compungidas y faltas de ánimo. Me gustaría volver a mi plenitud y hago esfuerzos para ello, pero me tropiezo con la misma piedra, machacona y triste.
A los que han permitido este infame crimen, les pediría que nos RESTITUYESEN lo que nos han robado a manos llenas. Que Dios nos perdone a todos, y a los que puedan dormir, que sigan así, para que tengan tiempo para reflexionar. Qué se puede hacer cuando se lleva tan torpemente el timón de la nave, me digo.

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