'Del caos', por Casiano López Pacheco

PAPELES AL VIENTO
Casiano López Pacheco
La juez Alaya padece fuertes dolores en su bello rostro de justiciera implacable materializado en terribles punzadas, pero más sufre el partido hegemónico que maneja los hilos del cotarro andaluz, cuando su delicado puño hurga en los entresijos del lodazal de los ERE con precisión de bisturí, sacudiendo los cimientos del partido que siempre ha presumido de honradez a lo largo de su dilatada y tortuosa historia. Molestan tanto sus últimas decisiones que Griñán ha tenido que mover ficha anunciando su comparecencia en el Parlamento andaluz a petición propia, para, lo estamos visualizando ya, dándose golpes en el pecho, y posiblemente como S. Pedro, niegue hasta 3 veces o más, su absoluto desconocimiento de los turbios manejos de la Consejería de Empleo, altos cargos, sindicalistas lanzados y demás ralea, implicada en uno de los mayores saqueos de las arcas públicas de esta desdichada autonomía llamada Andalucía. Él , como su íntimo Felipe, también debe haberse enterado por la prensa de estos desaguisados y no se siente responsable de nada.

Lo mismo que un tal Diego Valderas, vicepresidente -acaba de cumplir un añito en el cargo- de la Junta de Andalucía, que no se siente ni aludido ni cómplice de las corruptelas del partido con el que ha celebrado boda y coyunda, por lo que cerrar los ojos ante la evidencia es la postura más correcta para una formación que en eso de la dignidad y demás virtudes no hay quien le tosa.
A Valderas le da igual que sus bases se rebelen ante la connivencia con la que están actuando en este hediendo tema, y esa fallida estrategia de nadar y guardar la ropa, al final les va a costar caro y terminará pasándoles factura. Nadie se va de este mundo- como dice mi madre- si saber que ha estado. Los políticos profesionales tienden- por naturaleza propia-a perpetuarse en el cargo con el objetivo de exprimir las ubres de la vaca y no dejar ni gota.
No recuerdan estos coaligados progresistas de IU cómo les pasó factura a los andalucistas su experiencia de 8 años con el PSOE, que terminó por engullirlos y borrarlos del mapa del Parlamento y los principales ayuntamientos. Pero lo detestable del asunto es el comportamiento errático que manifiestan al velar por sus intereses. Si los socialistas disfrutasen de una cómoda mayoría absoluta e IU estuviese en la oposición, le habrían dado la vara al PSOE hasta quedar extenuados.
Su fusta implacable habría golpeado la faz del Presidente andaluz una y otra vez e incluso habrían grabado a fuego en la frente de cada diputado-a de su ahora socio, el estigma de los ERE , para que no olvidaran nunca el terrible acto de haber metido la mano donde jamás hay que meterla, con conocimiento de causa o sin él, pero en su Administración.
Mas la vida- lo que sucede ante sus ojos- mientras ellos nos desgobiernan cual chipriotas desahuciados, es diferente. Y resulta que aunque en Madrid gobiernen las gaviotas y aquí, los de la rosa y la hoz, ese dato es irrelevante porque siempre los que andamos bien jodidos somos los mismos.
IU le cubre las vergüenzas al hermano mayor porque pierden pasta y puestos, pero no se sonrojan ni por asomo, de acorralar a la enseñanza concertada, por ejemplo, cerrándoles líneas y suprimiendo puestos de trabajo en un hostigamiento sin precedentes. Qué majos que son estos progres de barrigas llenas. Optan por cerrar colegios- donde algunos matriculan a sus hijos- antes que desmontar el tinglado de la administración paralela de la Junta, recortar sueldos y prebendas o cargos que sobran. Eso sí que no se toca.
Valiente pandilla de malandrines, robacapas y demás fauna ibérica, gustosa de recortar a los demás con tal de que la tijera no les cercene a ellos. En fin, mamones, simplificando la ecuación. Porque maman de la teta que nosotros le damos sin atrevernos a despojarnos de la venda de los ojos.
Y qué pasará cuando el juez llame a declarar a la infanta Elena este mismo mes de abril. Apretando los dientes y vistiendo la mejor de las sonrisas declarará que ella no sabía NOOS , o sea, NA, de los manejos a los que su duque dedicaba su tiempo libre.
España, lo dicho.

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